Pensamientos filosóficos, evidencias científicas y refutación contra los dogmas religiosos.

 



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sábado, 13 de febrero de 2010

El Mito del Caos Moral por una Sociedad Secular

Autor: Sam Harris

Uno no puede criticar a los dogmas religiosos sin encontrarse la siguiente afirmación, establecida como si fuera un hecho natural evidente en sí mismo: no existe una base para la moralidad secular. La violencia y matanza de niños solamente puede estar realmente mal, nos dicta la forma de pensar, si existe un Dios que dice que lo es. De otro modo, el bien y el mal serían meras cuestiones de construcción social y cualquier sociedad estaría en libertad de decidir que violar y matar niños es de hecho una forma integral de diversión familiar. En la ausencia de Dios, John Wayne Gacy serían una mejor persona que Albert Schweitzer , si solo más gente estuviera de acuerdo con él.

Es simplemente impresionante cuán generalizado es este temor del caos moral secular, dados los múltiples errores sobre la moralidad y la naturaleza humana que se requieren para dejar un remolino en el cerebro de cualquier persona. Indudablemente existe mucho que decir contra el vínculo espurio entre fe y moralidad, pero los siguientes tres puntos deben ser suficientes:

1. Si un libro como la Biblia fuera el único patrón confiable para la decencia humana que tuviéramos, sería imposible (práctica y lógicamente) no criticarla en términos morales. Sin embargo es extraordinariamente fácil criticar la moralidad que uno encuentra en la Biblia, ya que en su mayoría es simplemente detestable e incompatible con una sociedad civil.

La noción de que la Biblia es la guía perfecta para alcanzar la moralidad es asombrosa, dados los contenidos del libro. Sacrificios humanos, genocidio, esclavitud y misoginia son celebrados consistentemente. Desde luego, el consejo de Dios hacia los padres es refrescantemente recto: cuando un niño se sale de la línea, debemos golpearlos con un palo (Proverbios 13:24, 20:30 y 23:13-14). Si se atreven a contestarnos con desvergüenza, entonces debemos matarlos (Exodo 21:15, Levítico 20:9, Deuteronomio 21:18-21, Marcos 7:9-13 y Mateo 15:4-7). También debemos lapidar a muerte a la gente por herecía, adulterio, homosexualidad, trabajar en Sábado, adorar a imágenes grabadas, practicar la brujería y una gran variedad de crímenes imaginarios.

La mayor parte de los Cristianos imaginan que Jesús terminó con este barbarismo y nos entregó una doctrina de amor puro y tolerancia. No lo hizo así. (Ver Mateo 5:18-19, Lucas 16:17, 2 Timoteo 3:16, 2 Pedro 20-21, Juan 7:19.) Cualquiera que crea que Jesús solo enseñó la Regla de Oro y de ama a tu prójimo debe regresar a leer el Nuevo Testamento. Y ponga especial atención a la moralidad que se desplegará si Jesús alguna vez regresa a la tierra trayendo nubes de gloria (e.g., 2 Tesalonicenses 1:7-9, Hebreos 10:28-29, 2 Pedro 3:7 y todo el libro de Revelaciones).
No fue un accidente que Santo Tomás de Aquino pensó que a los herejes se les debería dar muerte y que San Agustín que deberían ser torturados. (Pregúntese usted mismo ¿cuáles son las posibilidades de que estos buenos doctores de la Iglesia no hayan leído el Nuevo Testamento lo suficiente para descubrir el error en su forma de proceder?) Como una fuente de moralidad objetiva, la Biblia es uno de los peores libros que tenemos. De hecho podría ser el peor- si no es que tuviéramos el Corán.
Es importante anotar que nosotros decidimos lo que es bueno en el Gran Libro. Leemos la Regla de Oro y la juzgamos como una destilación brillante de muchos de nuestros impulsos éticos; leemos que una mujer que no sea virgen en su noche de bodas debe ser apedreada a muerte y nosotros (si somos civilizados) decidimos que ésta es la locura más vil imaginable. Nuestras propias intuiciones éticas son, por lo tanto, básicas. Entonces la elección que se presenta ante nosotros es simple: podemos ya sea tener una conversación del siglo veintiuno sobre la ética – aprovechando todos los argumentos y descubrimientos científicos a nuestro alcance que han sido acumulados durante los últimos dos mil años de la disertación humana – o bien nos resguardamos a una conversación del primer siglo como se preserva en la Biblia.

2. Si la religión fuera necesaria para la moralidad, debería haber evidencia de que los ateos son menos morales que los creyentes.

La gente de fe frecuentemente alega que el ateísmo es responsable de los crímenes más apabullantes del siglo veinte. ¿Realmente los ateos son menos morales que los creyentes? Mientras es verdad que los regímenes de Hitler, Stalin, Mao y Pol Pot fueron antirreligiosos en grados variables, no fueron especialmente racionales. De hecho, sus pronunciamientos públicos fueron no más que pequeñas letanías de falsas ilusiones – sobre la raza, economía, identidad nacional, la marcha de la historia y los peligros morales del intelectualismo. En mucho aspectos, la religión fue directamente culpable inclusive aquí. Considere el Holocausto: el anti-semitismo que construyó los crematorios, ladrillo por ladrillo, fue una herencia directa de la Cristiandad Medieval. Por siglos, los Cristianos europeos han catalogado a los judíos como la peor de las especies de herejes y les han atribuido todos los males de la sociedad solo por su presencia continua entre los fieles.

Mientras que el odio a los Judíos en Alemania se expresó a si mismo predominantemente en una forma secular, sus raíces fueron indudablemente religiosas –y la demonización religiosa explícita de los judíos de Europa continuó a lo largo de ese periodo. (El mismo Vaticano perpetuó la sangrienta calumnia en sus periódicos hasta 1914.) Auschwitz, el Gulag y los campos de concentración no son ejemplos de lo que sucede cuando la gente se vuelve demasiado crítica sobre creencias injustificadas; por el contrario, estos horrores atestiguan los peligros de no pensar con la suficiente crítica sobre ciertas ideologías seculares. Sin necesidad de manifestarlo, un argumento racional contra la fe religiosa no es un argumento para la adopción ciega del ateísmo como un dogma. El problema que los ateos exponen no es otro que el de los dogmas en sí mismos –de los cuales las religiones tienen más que una generosa porción. No conozco ninguna sociedad en la historia registrada que haya sufrido porque la gente haya sido muy razonable.
De acuerdo al Reporte del Desarrollo Humano de las Naciones Unidas (2005), las sociedades catalogadas como más laicas –países como Noruega, Islandia, Australia, Canadá, Suecia, Suiza, Bélgica, Japón, Holanda, Dinamarca y el Reino Unido – son las más sanas, como lo señalan los parámetros de expectativa de vida, índices de analfabetismo, ingreso per-cápita, logros escolares, igualdad de género, índices de homicidios y mortandad infantil. Contrariamente, las cincuenta naciones que han sido catalogadas como las más pobres por las NU en términos de desarrollo humano son invariablemente religiosas. Por supuesto, datos correlacionados de este tipo no resuelven las cuestiones de la causalidad – la creencia en Dios puede llevar a una disfunción como sociedad, la disfunción como sociedad puede fomentar la creencia en Dios, cada factor posibilita al otro, ó ambos pueden surgir de una fuente más profunda de malicia. Dejando atrás el problema de causa y efecto, estos factores prueban que el ateísmo es perfectamente compatible con las aspiraciones fundamentales de una sociedad civil; también prueban, en forma conclusiva, que la fe religiosa no hace nada por asegurar el bienestar de una sociedad.
Si la religión realmente proporcionara la única base objetiva concebible para una moralidad, sería imposible proporcionar una base objetiva no-teística para la moralidad. Pero esto no es imposible; de hecho es muy fácil.

Claramente, podemos pensar de fuentes objetivas del orden moral que no requieren de la existencia de un Dios que da leyes. En Al Final de la Fe, argumenté que los cuestionamientos sobre moralidad realmente son preguntas sobre la felicidad y el sufrimiento. Si existen formas objetivas de vivir mejor ó peor la vida para maximizar la felicidad en este mundo éstas tendrían que ser verdades morales objetivas que valga la pena conocer. Si alguna vez estaremos en la posición de descubrir estas verdades y aceptarlas no se puede saber por adelantado (y este es el caso para todas las preguntas de hechos científicos). Pero si hay leyes psico-físicas que endosen el bienestar humano - ¿y porqué no las habría? – entonces estas leyes son potencialmente factibles de descubrirse. El conocimiento de estas leyes proporcionaría una base duradera para una moral objetiva. Mientras tanto, todo acerca de la experiencia humana sugiere que el amor es mejor que el odio para los propósitos de vivir felizmente en este mundo. Esta es una demanda objetiva sobre la mente humana, las dinámicas de las relaciones sociales y el orden moral de nuestro mundo. Como no tenemos nada que se le parezca a un enfoque científico final para maximizar la felicidad humana, parece casi seguro que violar y matar niños no será uno de los principales componentes.

Uno de los principales retos que enfrenta la civilización en el siglo veintiuno es que los seres humanos aprendan a hablar sobre sus preocupaciones personales más profundas – sobre la ética, la experiencia espiritual y el inevitable sufrimiento humano – en formas que no sean flagrantemente irracionales. Nada se interpone en el camino de este proyecto más que el respeto que le concedemos a las creencias religiosas. Doctrinas religiosas incompatibles han balcanizado nuestro mundo en comunidades morales separadas y estas divisiones se han vuelto una fuente continua del conflicto humano. La idea de que existe un vínculo necesario entre la fe y la moralidad es uno de los mitos principales que mantienen a la religión en un pedestal entre hombres y mujeres de otra manera razonables. Y sin embargo es un mito que se disipa fácilmente.

Sam Harris es el autor de El Final de la Fe: Religión, Terror y el Futuro de la Razón.
Sobre el autor: http://www.samharris.org/
Fuente: http://www.secularhumanism.org/index.php?section=library&page=sharris_26_3
Traducido al español por: Mauricio
Febrero 2010

2 comentarios:

Kira Wonrey dijo...

Totalmente de acuerdo con esto.La iglesia católica en paticular le tiene mucho miedo a las sociedades laicas, mas que nada porque perderá poder, y utiliza argumentos de la supuesta inmoralidad de el secularismo como estos para mantener asustadas a sus ovejas...

Mauricio dijo...

A mucha gente se le va el sueño al pensar en una sociedad secular, lo cual es un miedo infundado, como el que le teme al Coco o a la Llorona. No cabe duda que las iglesias han hecho un excelente trabajo deformando mentes durante varios milenios. Está en gente como nosotros cambiar eso usando el amor, la comprensión y la razón.